viernes, 13 de julio de 2007

Islam, una amenaza

Por Kazán

No es un signo de intolerancia religiosa; yo diría si, tranquilamente, al budismo, al hinduismo, al taoísmo..., pero el Islam, eso es otra cosa.


Se trata de la única religión del mundo que pretende imponer, mediante la violencia, su fe al mundo entero. Ya sé que enseguida se responderá: ¡"Y el cristianismo también"! Pues bien, hay una diferencia fundamental. Cuando los cristianos actuaban de manera violenta y hacían conversiones mediante la fuerza, iban en sentido opuesto a lo dicho en la Biblia, y particularmente en los Evangelios.

Aquellos hacían lo contrario a lo establecido en los mandamientos de Cristo, mientras que cuando los musulmanes conquistan a través de la guerra a pueblos a los que imponen el Islam bajo pena de muerte, están obedeciendo el mandato de Mahoma. La "yihad" es la primera obligación del creyente, y el mundo entero debe entrar a formar parte de la comunidad islámica, por todos los medios.

Ya sé que se objetará: "Pero son sólo los integristas los que quieren esa guerra. "Desgraciadamente, en el curso de la compleja historia del Islam, han sido siempre los "integristas", es decir, los fieles a la doctrina del Corán, los que se han impuesto sobre las corrientes moderadas, sobre los místicos, sufís etc. Declarar con toda seriedad que en España la adhesión de algunos musulmanes al integrismo es el resultado de una crisis de identidad, supone una desastrosa interpretación.

¿El integrismo en Irán, en Siria, en Sudán, en Arabia Saudita, en Argelia, en Marruecos, es acaso una reacción a una crisis de identidad? No, el integrismo es tan sólo el despertar de la conciencia religiosa musulmana en hombres que son musulmanes pero que habían evolucionado hacia una cierta "tibieza".




Ahora, ese despertar feroz y ortodoxo es un fenómeno mundial. Hay que estar en la luna para creer que se podrá "integrar" a musulmanes pacíficos y sin afanes conquistadores, haría falta olvidar lo que es la condición remanente del sentimiento religioso. Habría que olvidar la referencia obligada al Corán, habría que olvidar que jamás para un musulmán el estado podría ser laico y la sociedad estar secularizada: es algo impensable. Y haría falta olvidar, finalmente, cómo se ha producido la expansión del Islam de los siglos VI al IX.


Un reciente estudio de los historiadores árabes de los siglos VII al IX, es sumamente instructivo al respecto: a través de él sabemos que el Islam se expandió en tres etapas por los países cristianos de África del Norte y del Imperio Bizantino. En una primera etapa se llevaba a cabo una infiltración pacífica de grupos árabes aislados, instalándose sin violencia, más adelante una especie de aclimatación religiosa: se hacía admitir pacíficamente la validez de la religión coránica.

Y lo que resulta aquí particularmente instructivo es que son los cristianos los que les abren los brazos al Islam, sobre la base del monoteísmo y de la religión del Libro; y, posteriormente, cuando la opinión pública está acostumbrada, entonces llegaban los ejércitos que instalaban el poder islámico e inmediatamente eliminaban las iglesias cristianas empleando la violencia para lograr las conversiones.


En España comenzamos a asistir a este proceso que ya se da en otros países europeos (Francia o Inglaterra son un buen ejemplo). Pero es soñar despierto presentar un programa de integración islámica en nuestra Nación, para conseguir una mejor integración de los musulmanes. Esto será, por el contrario, el comienzo de la integración de los españoles en el Islam.

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